lunes, 30 de julio de 2012

El reparto de la pobreza


Hace más de una década, en la sede de la Federación Europea de Bancos de Alimentos en París, debatíamos sobre la pobreza endémica y habitual, en relación con la pobreza del llamado mundo occidental. Por aquellas fechas ya preocupaba el incremento de la pobreza  en la Unión Europea. Ya no solo demandaban Bancos de Alimentos países como  Polonia, Grecia, Portugal o Irlanda, Francia fue el primer país europeo en instaurar un gran Banco de Alimentos. Inglaterra, Italia, España e incluso la propia Alemania se disponían a luchar contra el despilfarro en pro de los más necesitados.
El debate  se concentraba en el estado psicológico de la persona afectada por la pobreza en la nueva Europa. ¿Quién estaba más traumatizado en una situación de pobreza severa? ¿Aquella persona que siempre había vivido debajo del umbral de la pobreza o aquel, que habiendo tenido unas ciertas comodidades lo perdía todo y se abandonaba a una vida incierta y sintiendo el azote de la pobreza y la discriminación social?
Un prestigioso psiquiatra parisino Ms Lagarddé intervino para dejar aclarada la cuestión “La pobreza no tiene reparto, y no se puede poner porcentajes de sufrimiento, no obstante y psicológicamente hablando él que ha probado el pan blanco recién sacado del horno, no se acostumbra al mendrugo”.
Lejos estábamos de pensar en lo que se nos venía encima.
Los Estados, los Gobiernos deben gobernar, fundamentalmente, para hacer política social. Conviene hacerse  una pregunta fundamental: ¿Qué debe entenderse por una política social? Es decir: por una política que favorezca la situación del pueblo. Si atendemos a lo puramente material, semejante política será aquella que, antes que nada, facilite el pleno empleo, reduciendo al máximo el paro. Que ese empleo naturalmente,  se ofrezca en condiciones dignas, con remuneraciones suficientes y atendiendo las necesidades básicas del trabajador. Que se cubran sus necesidades asistenciales (y las de su familia) tanto en vida activa como en su jubilación. Que consecuentemente con ello, se logre una efectiva elevación de sus niveles económicos e incluso sociales.
Si tenemos en cuenta lo anterior, llegaremos a la conclusión de que el Estado Español, el Gobierno de este país llamado España, sus parlamentarios y senadores, están haciendo todo lo contrario. En menos de 4 años hemos retrocedido, tirado por la borda del barco de la vida, 35 años de pequeños avances sociales, conseguidos  luchando contra vientos y huracanes.
Ya no se tiene en cuenta a la persona, ahora es el “déficit” lo que realmente importa, es como si de esa quiebra del Estado tuviéramos la culpa el pueblo, el ciudadano de a “pie”, como si hubiéramos estado autogobernándonos, de tal forma que llenos de lujos y derrochando todo lo posible y lo imposible hubiéramos despilfarrado la “lujosa herencia” dejada por el franquismo. ¿Somos culpables del descontrol de la banca? ¿Somos culpables del consumo de créditos y tarjetas plástico? ¿Somos culpables de obras faraónicas y del despilfarro de cientos de miles de millones en los 17 reinos de Taifas y del Gobierno central?
Con más de un 24% de paro, incrementándose día a día,  más del 35% de la población española en el umbral de la pobreza y en pobreza severa, nuestros gobernantes solo piensan en decretos de ley para empobrecernos más y más. No ha habido ni una disposición, ni siquiera transitoria,  que haya favorecido al pueblo. Más preocupados por salvar a los mismos verdugos que nos han ajusticiado que por el pueblo que les votó, acudimos mansamente al matadero de la miseria y la pobreza. Y en muy poquito tiempo nos repartiremos entre toda esa pobreza y miseria.
(*) Fundador y ex Presidente de la Fundación Banco de Alimentos de Canarias, Fundador y ex Presidente 2º de la Federación Española de Bancos de Alimentos, Fundador y ex Secretario técnico de la Plataforma de Ong´s de Voluntariado de Tenerife. Periodista, escritor, Técnico de Comunicación Social, miembro Fundador del foro antiterrorista europeo.

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