domingo, 24 de febrero de 2013

Pobrezas

Esta entrada ha sido escrita por nuestro bloguero vecino, Antoni Gutiérrez-Rubí (@antonigr), autor de Micropolítica. Con ella cerramos una semana de análisis acerca del debate sobre el estado de la nación.



El Debate del Estado de la Nación 2013 (#DEN2013) más esperado ha finalizado mostrando, con toda su crudeza, la incapacidad creciente de la política formal para  abordar las pobrezas que ensombrecen y desgarran nuestra sociedad: la material, la ética, la argumental… Que el Debate ostente el récord de la más baja audiencia televisiva de toda la serie histórica refleja otra pobreza más: la de la desconfianza. 
Pobreza material. España tardará 20 años en volver al nivel de bienestar previo a la crisis. Esta es la brutal conclusión del Informe Crisis, desigualdad y pobreza, publicado por Intermón Oxfam, en colaboración con Médicos del Mundo, Unicef, Cáritas y la red de organizaciones de acción social de la Compañía de Jesús, presentado el pasado mes de diciembre. Los recortes sociales y la política de contención de gasto público dejan a la intemperie cada vez a más personas. La espiral y la cadena regresiva de pérdida de trabajo, de vivienda, de coberturas sociales, de expectativas, de esperanza… destroza la vida y la moral de millones de personas.
España avanza, parece que sin remedio, hacia una sociedad fracturada y dual, de ricos y pobres, en la que los primeros habrán ingresado 15 veces más que los segundos en tan solo 10 años. El Informe alerta de que -de seguir por la senda de los ajustes- "España llegará a los 18 millones de personas en riesgo de padecer exclusión social en 2022". Un 40% de españoles estaría en situación de pobreza. Pero hay alternativas, como las que contiene el decálogo de medidas frente a las crisis económicas presentado el 18 de febrero de 2013 en el Congreso de los Diputados por Amnistía Internacional, Greenpeace e Intermón Oxfam (aunque estas seguramente serán ignoradas por las resoluciones aprobadas en el Congreso con la mayoría del PP).
Pobreza ética. El problema no es que haya manzanas podridas en el cesto (que se deben separar para evitar que contaminen al resto), sino que el miedo a que sea el cesto el que está podrido se extiende, aceleradamente, hasta provocar náuseas. La percepción de que la corrupción en la política tiene síntomas sistémicos crece en la opinión pública. Grave, muy grave. Hemos pasado de pasar de la política a irritarnos con ella y por ella. El estado anímico social evoluciona hacia la convulsión y el espasmo. La antipolítica y la apolítica acechan en cada nueva información que deviene escándalo. La desconfianza abre camino a la simplificación política, y esta a los caminos fáciles, a los prejuicios, a la respuesta básica, visceral.
El Debate no ha despejado las dudas. Sin autocrítica colectiva de nuestros representantes (en particular de las grandes formaciones) el argumento de que no todos son iguales y que las prácticas inmorales o ilegales representan a una ínfima minoría no se aguanta. O no convence. Se necesitaba un solemne: “Nunca más”. Y no ha sido así. Las propuestas presentadas (y las previsiblemente aprobadas) sobre medidas contra la corrupción y en favor de la transparencia pueden ser insuficientes si estas no abordan la estructura “del cesto”: ley de partidos y ley electoral.
Pobreza argumental. El Debate era una oportunidad para reconectar la política formal con la ciudadanía y sus expectativas. Pero la pobreza retórica general ha sido el reflejo de la falta de argumentos de fondo e ideas nuevas para interpretar los retos que subyacen tras la sintomatología diversa de las mareas ciudadanas. Nelson Mandela decía que “cuando el agua empieza a hervir, es inútil apagar la llama”. Estamos cerca de la ebullición.
Este Debate pasará a la historia no tanto por lo que se ha dicho sino por lo que se ha omitido. El icono simbólico del nombre de “Bárcenas” ha sido atronador en medio del silencio del Presidente. Su omisión y cálculo parece cobardía, complicidad o debilidad. Mal asunto para el liderazgo, aunque gane a los puntos el duelo parlamentario. Mariano Rajoy hace un uso tramposo de la memorable sentencia de Czeslaw Milosz: “Lo que se nombra adquiere fuerza. Lo que no se nombra deja de existir". Aunque se equivoca. Milosz reivindicaba el compromiso moral de no olvidar (de mencionar) los horrores del pasado para no repetirlos. Pero, aquí y ahora, una ciudadanía exigente y una justicia que despierta van a recordar, alto y claro, lo que el Presidente niega con su silencio. No se olvidará.
En su último libro, La información del silencio (que recoge parte de su tesis doctoral), Álex Grijelmo explora como “toda palabra incorpora un silencio y cómo el sentido de lo que decimos es casi siempre superior al significado de las palabras que empleamos”.
Pobreza (las pobrezas) es, sin lugar a dudas, una de ellas.
fuentes http://blogs.elpais.com

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