domingo, 20 de octubre de 2013

Como puños

Dos verdades complementarias, querida Laila, nos han golpeado esta semana. De una parte, Emilio Botín ha informado en Nueva York que España vive "un momento fantástico" porque nos está llegando "dinero de todas partes". ¡Si lo sabrá él! Y "hay verdad en ello", pues sabido es que las grandes fortunas de nuestro país se han enriquecido mucho más este año y, entre la mitad de 2012 y el primer semestre de 2013, el número de millonarios españoles se ha incrementado en 47.000 (un 13 % más). Ahora tenemos 402.000 millonarios en el país. Por otro lado, estudios y datos coinciden en que se está incrementando rápida y muy notablemente la pobreza en España. Y también "hay verdad en ello", primero, porque cualquiera puede verlo todos los días en su familia, su barrio, su entorno de trabajo o de desempleo o su círculo de amistades y relaciones y, segundo, porque esos datos, oficiales y oficiosos, coinciden en decirnos que ahora tenemos 12 millones de personas que viven bajo el umbral de la pobreza (6.278 euros) y de estos, más de 3 millones están en la pobreza extrema, es decir, han de sobrevivir con 307 euros al mes. A estos habría que sumarles todos aquellos que viven acojonados porque tienen el umbral de la pobreza a la vista y que seguramente serán el grueso de la clase media que queda.
Dos verdades que, te decía, son complementarias porque completan la realidad y se necesitan la una a la otra para que esa realidad exista. Es decir, que vivimos en un sistema en el que, para que existan pocos ricos y algunos muy ricos, se necesita que haya muchos pobres y muchos muy pobres. Y aquí está la palabreja: el sistema. El sistema económico y político. Lo ve muy nítido el Sr. Botín cuando aclara que, el que se haya producido este "cambio fantástico" en España, en "buena parte se debe a la labor del actual Gobierno". Buena parte, es decir, la parte política, porque de la económica, ya se encargan él y los de su club. Y también hay verdad en esto, porque sabido es que en el sistema que nos rige hay una ley suprema, eterna e inalterable que es la del mercado, a la cual ha de subordinarse toda política, incluido el ejercicio de la democracia, que ha de consistir en el desarrollo legislativo de aquella ley suprema: todo para el mercado, nada contra el mercado, que ha de ser libre aunque sea salvaje.
Hay, querida, otra labor que el mercado encomienda a la política y es la contención de los pobres que pudieran rebelarse y son muchos más. Para ello está, primero, la ideología y la propaganda que, esencialmente, consiste en confundir mercado y democracia y en sacralizar el sistema. Por eso, cuando protestas, no niegan tu hambre, te descalifican y condenan como antisistema, lo que hacen equivaler a antidemócrata para enviarte definitivamente al infierno. Y, segundo, si esto no fuese suficiente, que de momento está siéndolo en buena medida, quedaría la coerción y la represión a base de código penal y tente tieso, de lo que se encargan expertos como Gallardón.
Siendo las cosas así, querida amiga, a la gran mayoría de los ciudadanos no les queda otra que ser antisistema por mucha coerción que haya, en la inteligencia de que tal cosa nada tiene que ver con ser antidemócrata. Todo lo contrario, ser antisistema consiste en empeñarse en rescatar a la política y, por tanto a la democracia, de las garras de los mercados, para que estos se subordinen a la voluntad y los intereses reales de las mayorías. Ser antisistema, hoy en día, es la forma más consecuente de ser demócrata y la mejor estrategia, real y efectiva, de lucha contra la pobreza, más allá de la caridad y de la beneficencia, por mucho que éstas resulten ahora necesarias y, en muchos casos concretos, sean perentorias.
Verdades como puños, querida.
Un beso.

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