lunes, 1 de abril de 2013

La pobreza siempre pone nuevas barreras»


afael del Río Sendino (Palencia, 26-10-1940) ocupa la presidencia de Cáritas Española desde hace más de ocho años. El comisario de Policía ya jubilado acaba de aceptar su tercer cuatrienio al frente de la entidad de acción caritativa y social de la Iglesia. Del Río es diplomado en Psicología Pedagógica e Industrial y Técnico Superior de Seguridad e Higiene en el Trabajo, además de ostentar una diplomatura en Delincuencia Juvenil, Tráfico de Drogas, Patrimonio Artístico Nacional y Terrorismo Nacional e Internacional. Desde el año 1962 desempeñó diversas responsabilidades en el Cuerpo Nacional de Policía, incluida la de director general durante cuatro años. El pasado 4 de febrero recibió un homenaje de El Norte de Castilla en la celebración del vigésimo quinto aniversario de la edición palentina del periódico. Del Río ostenta también, entre otros reconocimientos, el Premio a los Valores Humanos de Castilla y León. Además de dirigente nacional de Cáritas, preside la Fundación de la Policía y es vicepresidente de la Fundación Santa María la Real.
–Que le hayan reelegido por otros cuatro años al frente de Cáritas hace suponer que usted está haciéndolo muy bien…
–No soy yo quien debe hacer esa valoración, sino que corresponde a los obispos decir si están de acuerdo con la forma en la que Cáritas está cumpliendo actualmente su misión. De todos modos, entiendo que si he sido confirmado en esta responsabilidad, es una muestra de confianza.
–¿Qué le ha llevado a aceptar este compromiso por otros cuatro años?
–He aceptado porque me lo han pedido los obispos, que creen que no es el momento adecuado para acometer un cambio en la presidencia de Cáritas.
–¿Hace falta ser una persona profundamente creyente para ser presidente nacional de Cáritas?
–Si tenemos en cuenta que Cáritas es la Iglesia, lo coherente es que quien la presida sea miembro de la propia Iglesia, en cuyo seno la comunidad cristiana desarrolla el servicio organizado –la diakonía– de la caridad que tiene encomendado.
–¿Echando la vista atrás, cómo valora su labor al frente de Cáritas?
–Debería ser la propia Iglesia y los pobres quienes digan en qué medida Cáritas España los ha acompañado y ayudado para poder recuperar su dignidad.
–¿Cuáles son las mayores dificultades con las que se ha encontrado para cumplir sus objetivos?
–La lucha contra la pobreza es, en mi opinión, una especie de carrera de obstáculos, en la que cada día vas superando una etapa, pero ves que siempre te quedan nuevas barreras que cubrir en ese servicio constante y exigente que necesitan un número creciente de personas que llaman a las puertas de Cáritas en demanda de ayuda y escucha.
–¿Y a partir de ahora, cuáles son sus compromisos fundamentales?
–Los que asumí el primer día que llegué a la presidencia de Cáritas: trabajar con todas mis energías en la mejora de las condiciones de vida y la dignidad de las personas a las que acompañamos.
–La crisis económica ha hecho aumentar la labor de Cáritas ¿Hay suficientes medios y voluntarios para acometerla?
–Siempre son necesarios más recursos y más voluntarios para responder a unas demandas crecientes. Como dice el Evangelio, la mies es mucha y pocos los segadores. Y eso es especialmente así en el ámbito de la pobreza y la exclusión social, sobre todo en estos tiempos de crisis, que está empujando al límite a tantas familias.
–¿Cualquier persona puede ser voluntario de Cáritas? ¿Cómo se hace?
–Cáritas está abierta a la participación de todas aquellas personas que se sientan comprometidas, desde nuestra identidad, en la opción evangélica por los pobres. Y la forma de dar cauce a ese compromiso es responder a las tareas en la forma y lugar que, en cada momento, los responsables de Cáritas entiendan que son las más adecuadas para cada uno.
–¿La buena imagen que tiene Cáritas ayuda a mejorar la imagen general de la Iglesia?
–Podríamos darle la vuelta a la cuestión y preguntarnos si no es su identidad eclesiástica la que está en la base del crédito social de Cáritas. Si Cáritas España no fuera la Iglesia en el ejercicio evangélico de la caridad, seguramente no sería más apreciada que cualquier ONG bien gestionada y no tendría el valor añadido de nuestra identidad y manera de trabajar, de raíces inequívocamente evangélicas.
fuentes http://www.elnortedecastilla.es/20130329/local/palencia/pobreza-siempre-pone-nuevas-201303290055.html

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