domingo, 14 de abril de 2013

La venta de pueblos enteros en Catalunya atrae a inversores extranjeros


La caída de los precios en el sector inmobiliario así como un cierto cambio de tendencia hacia un mayor disfrute de la naturaleza, huir del estrés de las grandes ciudades, la vuelta a unos hábitos menos consumistas y la posibilidad de trabajar online desde casa, han aumentado el interés por vivir en pequeñas villas o pueblos. Estas son las principales razones que están detrás de la proliferación de anuncios de aldeas o núcleos urbanos que se venden íntegramente. El 80% de las visitas de posibles compradores que reciben estos lugares son de extranjeros, según las agencias inmobiliarias consultadas por LaVanguardia.com.
"Se vende finca rústica de 18.000 m2, situada a 35 kilómetros de Barcelona, con diversas edificaciones, entre ellas una torre fortificada, molinero harinero, masía del siglo XVI, una casa nueva, capilla, bodega y varios almacenes". Es uno de los núcleos urbanos que se ofrecen al mejor postor en internet, donde es posible encontrar un pueblo a la venta a partir de 62.000 euros en algunas zonas de España. “Desde hace un par de años se ha incrementado mucho el interés por este tipo de aldeas”, comenta Rafael Canales, portavoz de aldeasabandonas.com.
En el norte de España es donde más aldeas en venta hay, sobre todo en Galicia y Asturias, pero también en Catalunya, asegura Canales, cuya inmobiliaria gestiona más de 50 ofertas de pueblos de toda España que buscan comprador. “En el sur no hay tantas por el clima, lo que ha hecho que se reformaran y se rehabilitaran en mayor medida”, explica. También idealista.com tiene a la venta aldeas abandonadas, confirma Fernando Encinar, jefe de estudios del portal. Encinar cree que en los próximos años la oferta de este tipo de productos “singulares” va aumentar debido a la despoblación de las zonas rurales. Pero este negocio atrae más fuera de nuestras fronteras, ya que la mayoría de interesados proceden de países como Francia o Noruega.
Las causas del abandono
La defunción de los habitantes más mayores y la progresiva pérdida de productividad de los trabajos en el campo, sobre todo durante la segunda mitad del siglo XX, unas comunicaciones deficientes y la falta de servicios básicos motivaron a los jóvenes (y a otros que no lo son tanto) a emigrar a municipios mejor dotados o a las grandes ciudades. De este modo poco a poco muchas aldeas han quedado desiertas de vida humana.
La consecuencia es que en Catalunya, por ejemplo, es posible encontrar decenas de aldeas abandonadas en Barcelona, Girona, Lleida y, en menor cantidad, Tarragona. Es fácil toparse con estos pueblos cuando circulamos en coche, aunque muchas veces pasan desapercibidos, ya que con el paso del tiempo han quedado cubiertos por la vegetación de la zona o desmembrados por la caída de tejados o la desaparición de ventanas y puertas.
Este es el caso de Esblada, un antiguo pueblo de la comarca del Alt Camp, en Tarragona, que pertenece al municipio de Querol. Las 14 casas que la componen y el resto de las 80 hectáreas de terreno –exceptuando la iglesia y el cementerio- hace medio año que está a la venta. Muchas de las viviendas están prácticamente en ruinas, explican desde el Ayuntamiento de Querol, y la mayoría no tienen ni techo porque “la gente que pasa por la carretera se lleva las tejas”, relata Isabel López, una de las pocas habitantes del pueblo que hace tres meses que vive en la rectoría y regenta una vinatería.
A pesar del abandono de la zona, Esblada interesa. Así lo confirma Elvira Fafían, la gerente de aldeasabandonadas.com que asegura que la inmobiliaria está en negociaciones con unos ciudadanos franceses dispuestos a adquirirla. Y es que hasta este lugar, rodeado de montañas y cultivos, se han desplazado diversos inversores extranjeros, algo que también confirma López. “La gente viene a mirar, incluso el fin de semana, y normalmente son personas jóvenes. Los últimos que vinieron fueron unos búlgaros y unos alemanes”, explica
El perfil del propietario de una aldea
Esblada es una excepción. “Por regla general, no hay nadie viviendo en los pueblos que se venden”, afirma Rafael Canales que asegura que los propietarios de Esblada son “particulares que han ido comprando todas las participaciones de los terrenos del pueblo” y que, luego, han decidido traspasarlo. La mayoría es “gente mayor que se ha quedado sola viviendo en la aldea y ya no quiere estar en un sitio deshabitado”, comenta Elvira Fafían, pero también hay “jóvenes que han heredado fincas” y prefieren vivir en municipios más grandes o ciudades. En algunos casos estos núcleos singulares han sido embargados y han pasado a manos del banco y, en otros, se desconoce a quién pertenecen, por lo que es imposible ponerlas a la venta.
¿Qué precio tiene una aldea?
“Quedan muy pocas aldeas y pueblos abandonados en Catalunya", afirma Fafían. La gerente opina que este tipo de ofertas son una oportunidad para la gente que quiera disfrutar de la tranquilidad del campo y “tener su propio pueblo”. Evidentemente, el pinchazo de la burbuja ha hecho que sea más asequible comprar toda una aldea, ya que se puede encontrar uno desde 250.000 euros, una cifra similar al coste de una casa.
No obstante, el precio de compra es una pequeña inversión inicial que requiere de una inyección mucho más elevada de capital para poder rehabilitar toda la aldea. En el caso de Esblada, Rafael Canales estima que para reconstruirla será necesario invertir entre 600.000 y un millón de euros. Esto imposibilita muchas veces que se cierre la venta a causa “de la falta de financiación y de crédito”, añade. Este es uno de los motivos por los que los clientes potenciales son extranjeros, especialmente, francesesingleses, alemanes, belgas y noruegos, aunque también hay interesados de Estados Unidos y de algunos países árabes.
De aldeas rurales a pueblos temáticos
El objetivo de la mayoría de los compradores es destinar la villa a proyectos turísticos del tipo pueblos rurales, aunque también hay quien las quiere para uso propio, explican desde aldeasabandonadas.com. Fernando Encinar cree que incluso durante el momento de burbuja inmobiliaria “se hicieron experimentos para convertir aldeas abandonadas en pueblos rurales. Los pueblos temáticos destinados al naturismo del estilo El Fonoll o incluso para hacer intercambio de parejas son algunas de las propuestas que llegan a barajar los interesados. A veces los interesados en adquirir un pueblo abandonado son miembros de una misma familia con profesiones que les permiten trabajar desde casa. “Gente sencilla de ciudad, que quiere retirarse e irse a un sitio más tranquilo”, explica Faifan. 
Pueblos en el anonimato para evitar pillajes
Un gran número de los anuncios de aldeas abandonadas no citan el nombre del pueblo, sino que se limitan a dar detalles sobre su proximidad con otras poblaciones. El motivo, según Rafael Canales, es que el propietario quiere evitar que se produzcan pillajes u ocupaciones ilegales. En este sentido, pone el ejemplo de un pueblo en venta cercano a la ciudad de Burgos, compuesto por 75 casas, que pertenece a un particular que solo quiere captar la atención de clientes extranjeros “para que no corra la voz de que el pueblo está abandonado”.


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