AHORA resulta que con la compra de una vivienda por más de 160,000 € te regalan la nacionalidad española y, de paso, "aportas a la mejor solución que existe para acabar con la gran bolsa que se ha acumulado en España de viviendas sin ocupar". Y a todo esto, el Ministro de Industria, a resultas de una pregunta en rueda de prensa, nos añade calma afirmando que no es el objetivo del Gobierno del Estado que este tipo de medidas contribuyan a un efecto llamada de los capitales extranjeros -en particular de los nuevos ricos rusos y chinos-… ¡a los que además se les da visado de residencia! Estos gobernantes son unos campeones del disparate. ¿Cómo puede sentarle a un extranjero que lleve sus buenos años cotizando en España y que habiendo tenido la suerte de trabajar en todo este tiempo, no sean alcanzables para su economía esos miles de euros?
El presidente de los constructores españoles lo ha acabado de enmendar cuando afirma que la salida a la crisis es… ¡construir más viviendas! Este individuo ha dado en el clavo: ha observado que junto a la Banca, la Construcción es otro de los responsables del dolor que sufre hoy la población española y, por ello, creerá que no es justo que sólo sea aquélla quien reciba las ayudas que tan bien les vendrían también a ellos.
Y todo esto ocurre cuando nos enteramos, aunque no de nuevas, que en el mundo son 6000 los niños que mueren diariamente en el mundo, por hambre. Otros 12000 por falta de asistencia sanitaria o insuficiente higiene en sus vidas; o que en España son más de dos millones los niños que viven por debajo del umbral de la pobreza… ¡y que hasta los franceses -no sólo los españoles- trabajan poco, según los alemanes! Y por si fuera poco, los israelíes se han hartado -¿otra vez?, ¡tiempo llevaban sin escenificarlo!- del terrorismo palestino… que, por lo visto, se está alimentando, sobre todo y como siempre, de jovencitos de aquellas disputadas tierras.
Obama ya ha hablado y, como se puede esperar de todo líder en su segundo y definitivo mandato, no ha disgustado al poderoso, ni con palabras ni con hechos. Otro líder, el de Naciones Unidas, también ha hablado; y su mensaje no se ha entendido por las partes: ¡mira que pedirles un inmediato alto el fuego! Malos tiempos corren para el amor al prójimo: ¡hasta los jueces acuden a la piedad para parar los desahucios! Imagino que no faltará el alegato que solicite la nulidad de tales autos atendiendo a que la Banca no es una ONG… al uso, quiero decir, pues es la ONG que mejor sabe cómo ha de gobernarse un país sin Estado: expulsando a los pobres, ¡que nos afean el paisaje!
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